8.4Nota Final
Puntuación de los lectores: (16 Votos)
8.4

Grupos relacionados: KTULU / ESTIRPE / SKIZOO

Hay discos que van de la mano con el momento en que son creados y puestos a la venta. De igual manera que conectan por una determinada circunstancia con el oyente, hay hechos que afectan a su composición. HAMLET venían de una etapa inmejorable para ellos. Después de unos 90 en constante crecimiento, tocaron techo con ‘Insomnio’ e ‘Inferno’, llegando incluso a reventar La Riviera en su concierto de presentación en Madrid (cuando el aforo prácticamente era el doble que el actual). Tras él llegó un disco homónimo, su particular álbum negro, donde continuaron repartiendo caña. Testimonio de su buen momento fue un ‘En Directo’ publicado en el año 2003. Pero algo sucedió.

Además de la salida de Augusto (y entrada de Álvaro Tenorio) al bajo, el destino quiso que un hecho personal se cruzara en su camino. Y siempre lo he dicho, que un músico, antes que eso, es persona, y todo lo que le ocurre le afecta de una u otra manera. ‘Syberia’, con su título, evocaba frialdad, todo lo contrario a la chispa de la que habían hecho gala durante los años anteriores. ‘Para Toda Una Vida’ empezaba con fuerza, pero pronto daba las señas de identidad de este trabajo: la melodía y la desnudez de sus canciones. La melancolía estaba muy pero que muy presente en ‘Aislados’ (“sin ningún destino, soñando con no regresar, perdidos hacia ningún sitio en medio de ningún lugar… soledad”) y la esperanza en ‘Dame Una Señal’ (soy de los que no entiende la una sin la otra y viceversa). Ambos sentimientos tocaban techo con ‘Imagine’ y ‘Serenarme’, los dos temas centrales de ‘Syberia’ sobre los que giraban todos los demás, especialmente el segundo con una de las letras más duras que nunca han escrito y con esa pequeña luz que arroja en su tramo final. Sobre todo el primero, sigue dejando huella en sus directos. Por algo será.

Por esa razón, por la de ser los cimientos sobre los que estaban construidas las demás, algunas de las canciones de la segunda mitad del álbum pasaron algo desapercibidas de manera injusta. ‘Mi Inmortalidad’ era una muestra más del lado más limpio y vulnerable de HAMLET (“síncerate, quiero conocer tu historia”), seguida del tema más distinto a los demás, ‘Contraproducente’, más crudo en el aspecto instrumental, y con la que arrancaron el primer concierto de aquella gira en Gijón. La desolación se apoderaba de ellos en ‘Desaparecer’, reduciendo su propuesta a la mínima expresión, para después volver a recuperar la fe en ‘Tiempo’. Con ‘En Silencio’ por fin alcanzan la serenidad y la seguridad de verse otra vez fracasar (¿hay alguien a quien no le ponga esa letra la carne de gallina?), entran en una lucha interior con ‘Inestimable’, terminando por ‘Resucitar’ con una emoción inigualable, dejando atrás el pasado pero teniéndolo siempre presente (“… resucitar, sin olvidar, resucitar, sigo mi sueño, debo marchar”).

En el horizonte, siempre han tenido una idea fija: la de no repetirse disco a disco. Y así lo fueron demostrando después. Algo más de un año después llegó ‘Pura Vida’, con buenas canciones (lo tocaron de manera íntegra en algunos conciertos), pero con el pequeño lastre de una producción que no estuvo del todo a la altura. Con ‘La Puta y el Diablo’ exploraron su lado más complejo y técnico, con composiciones más elaboradas y largas, para volver a canciones más directas en ‘Amnesia’, con el que grabaron su concierto en Joy Eslava. Junto a dicha actuación, también incluyeron la de otro show posterior, en la que interpretaron ‘Insomnio’ al completo. Justo la noche posterior a dicha cita, la banda hizo lo propio con un ‘Syberia’ (aquí tenéis algunos vídeos) al que le ha sentado bien el paso del tiempo, sobre todo de cara a entenderlo y admirar su calidad

Con la promoción de ‘La Ira’, le preguntamos a Luis Tárraga sobre las similitudes entre uno y otro disco, tan distintos en forma, pero con los sentimientos como nexo de unión de fondo. “Hay una cosa que nos gusta bastante de ‘Syberia’ y que puede que no se entendiera por completo. La gente se quedaba en el punto melódico pero estaba cargado de feeling, de sentimientos, y en muchos aspectos era más crudo y agresivo que discos a todo meter. Hay gente que seguro que les gustó más ese disco después de haber vivido la intensidad que le dimos cuando lo tocamos entero. ‘La Ira’ es un polo opuesto en cuanto a agresividad musical pero súper cercano en cuanto a intensidad emocional. Me alegra que lo digas, porque muchas veces lo hemos hablado entre nosotros. Comparar discos sólo por mayor número de riffs o velocidad no nos gusta; hay cosas más cercanas entre ellos de lo que parece, y hay gente que las diferencia demasiado. Hacía muchos años que no teníamos unos comentarios tan positivos de un disco en sus primeros días como éste. Y de gente de la que confiamos y que no tiene por qué dorarnos la píldora.”

Ya en él encontrábamos a Ken como guitarrista, en lo que seguramente es la formación más sólida de toda su carrera. Hace año y medio seguían repartiendo cera con ‘Berlín’, y demostrando que por bien que les queden los discos, son grupo de directo, haciendo innumerables fechas de presentación que todavía se extienden. Particularmente, siempre se me quedarán grabada las palabras de Molly en lo que fue mi primera entrevista cara a cara con un grupo. Evidentemente, no fue la mejor del mundo por mi falta de experiencia, pero ante todo fue muy cercana de una persona muy sincera, a la que poco le importaba lo que pensara la gente del disco que estaba presentando, porque él y todos sus compañeros sabían que lo habían hecho desde el corazón. Exactamente lo que siguen haciendo ahora, quince años después.

Sobre El Autor

Varo

Tras más de una década escribiendo, después de estar en los inicios de Metal4all en 2003, y pasar siete años en TheMetalCircus, me aventuro en septiembre de 2014 en mi propia MiradAlternativa.

Una Respuesta

Hacer Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.